El acuerdo entre el gobierno y parte de la oposición parece ser un
paso realista en la búsqueda de soluciones a la crisis venezolana, en
paralelo a la mediación de Noruega, y rompe el imaginario colectivo
instalado por Estados Unidos y los medios hegemónicos sobre una
polarización entre el gobierno constitucional y un universo opositor que
se suponía lideraba Juan Guaidó, alegando supuestas mayorías.
La decisión envuelve el regreso del chavismo a la Asamblea Nacional,
planteando una interrogante acerca de la futura correlación de fuerzas. Y
también la liberación de alrededor de seis decenas de dirigentes
opositores presos por diferentes causas.
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