Footprints - Praia do Castelejo, Vila do Bispo, Algarve

segunda-feira, 30 de setembro de 2019

La cara oculta del milagro portugués

“¿Qué queremos? ¡Casas para todos!”, corean en bucle medio centenar de personas delante del grisáceo edificio del Ministerio de Vivienda portugués. En esta mañana del 4 de junio de 2019, los activistas de la plataforma Stop Despejos (“Stop Desahucios”) y un puñado de familias lisboetas amenazadas con ser desahuciadas no contienen su rabia.
Unos días antes, Maria Nazaré Jorge, de 83 años de edad, que vivía en pleno centro de Lisboa, fue desalojada por diez policías. “Vivía desde hacía cuarenta años en ese apartamento. El contrato de alquiler estaba a nombre de su tía, que murió hace poco”, cuenta Sandra P., de Stop Despejos. “Su alquiler era de 200 euros mensuales. Como los precios inmobiliarios se han disparado en el centro de la capital, el propietario ha aprovechado para expulsarla”. Durante cerca de una hora, los miembros del colectivo se manifiestan enarbolando pancartas que proclaman “Hay una crisis de la vivienda” o “No a la especulación inmobiliaria”, hasta que una pequeña delegación recibe autorización para entrar en el edificio. La jefa de gabinete ministerial declara lacónicamente: “Maria Nazaré Jorge está alojada de modo provisional hasta que se encuentre una solución definitiva”. “Desde su expulsión, sufre depresión y se encuentra completamente desorientada”, cuenta Sandra P. “Vive aislada en lo alto de Castelo, el barrio más turístico de la ciudad, donde el único medio de transporte público es el célebre tranvía número 28, que los turistas toman por asalto…”.

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