A quienes creyeron y siguen creyendo en mi inocencia, sobre todo a
aquellas personas que me brindaron su confianza, respaldo y desprendida
solidaridad, va mi saludo de eterna gratitud, con la reiteración de mi
compromiso en seguir luchando por la paz con justicia social hasta el
último aliento de mi vida, con el juramento de no inclinar la cabeza
frente a las mentiras, los engaños, la perfidia y el guerrerismo de una
clase dominante que sigue sometiendo al pueblo llano a la miseria, la
desigualdad y la exclusión política que derivan de su espíritu mezquino y
de su arrodillamiento a los intereses de la embajada gringa como a los
de las transnacionales.
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