La resistencia yemení dirigida por el frente Ansarolá o Hutíes,
como también se los conoce, sigue con su demoledora ofensiva contra
Arabia Saudita, que no encuentra la manera de apagar la hoguera que
encendió en marzo de 2015, y ahora amenaza con consumir a la familia
real, como el fuego que consume dos de sus más importantes yacimientos.
El día sábado se conoció que una escuadrilla de diez drones
yemeníes en el marco de la operación “Equilibrio Disuasorio II” atacó
las instalaciones de la petrolera Saudí Aramco en Abqaiq, a 450
unos kilómetros de la capital saudita, la mayor planta de procesamiento
de petróleo del mundo, y al complejo de Khurais en la provincia oriental
de al-Sharqiya, a unos 160 kilómetros de Riad, la capital del reino,
que tiene reservas estimadas de más de 20.000 millones de barriles de
petróleo. Con estos ataques la resistencia yemení le propicia el golpe
más demoledor desde el inicio de la guerra. Un alto mando yemení, el
general Yahya Saree, advirtió a Riad de más y mayores operaciones
punitivas.
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