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quinta-feira, 26 de março de 2015

Lecciones de democracia

En España, aparecen en diversos programas de radio y televisión tertulianos enfadados y exaltados que claman un día tras otro contra lo que ellos llaman “la dictadura bolivariana”, sin importarles que el presidente de Venezuela haya sido elegido en las urnas por una mayoría de los votantes. Para enfatizar su discurso, califican al Gobierno de Maduro como “régimen”, concepto que, en cambio, no utilizan para definir el proceso de otros Gobiernos democráticos, como los de Obama o Rajoy.
Denuncian la encarcelación en Venezuela de líderes políticos opositores, pero en vez de informar de que esos políticos están presos por alentar e instigar golpes de Estado contra el Gobierno, lo que hacen es utilizar la pena de sus mujeres de forma mezquina, haciéndoles mostrar a la cámara fotos antiguas de sus maridos, del día de su boda y con su familia. La búsqueda de sensacionalismo pretende evitar que se llegue al fondo del asunto: ¿Qué pasaría en España si un alcalde conspirase junto a militares para derrocar por las armas al Gobierno? ¿Tal vez lo mismo que allí?
Se quejan los tertulianos de que en Venezuela “no hay libertad de expresión”, pero para refrendarlo ofrecen testimonios de periodistas que desde allí mismo hablan contra su Gobierno con total libertad. Paradójicamente, esa pluralidad informativa que reclaman en Venezuela es la que no existe en España cuando se habla a diario, de forma obsesiva, sobre ese país. En los grandes medios de comunicación españoles (cuya línea editorial es en su amplia mayoría de derechas), todas las noticias que aparecen sobre Venezuela son negativas y la práctica totalidad de las entrevistas y artículos que aparecen, en relación a ese país, son a opositores y de opinadores contrarios al Gobierno.
No es casual, entonces, que en España la mayoría de la gente crea que en Venezuela hay una dictadura y que todo lo que pasa allí es terrible. Sólo se le muestra, de forma insistente, un único punto de vista, el opositor, omitiendo y generalmente falseando mucha parte de la realidad.
Ese tono altivo con el que tantos tertulianos pretenden dar lecciones sobre lo que es democracia y lo que no lo es, en absoluto es casual. Responde a una programada y evidente campaña de intoxicación mediática que busca, en primer lugar, vender el chavismo como el demonio para después equipararlo a Podemos y así, con la combinación de ambos factores, tratar de asustar a la gente y lograr que no vote a este partido en las próximas elecciones en España. Con esta campaña se busca también, paralelamente, crear una enorme cortina de humo que sirva como distracción para esquivar el debate de lo que más debería importarle a los españoles, que se supone que es lo que pasa en España.
Resulta no sólo llamativo sino sonrojante ver cómo esos tertulianos gritan insistentemente que “aquí, en España, sí que tenemos democracia”. Y esa es una cuestión que hace pensar y preguntarse: ¿Cuál es su concepto de democracia?

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