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quinta-feira, 12 de março de 2015

¿Qué pasó realmente en la negociación entre el Eurogrupo y Grecia?

Lo que sigue es una composición personal de lugar sobre la cadena de acontecimientos que se desarollaron entre el 1 al 20 de febrero, a partir de conversaciones mantenidas en la pasada semana en Bruselas y en Atenas con distintos responsables de la negociación. 20 días en los que se estuvo al borde del accidente que hubiera supuesto la salida de Grecia de la zona euro, evento que algunos creían controlado, pero que hubiera tenido consecuencias tan graves como imprevisible. Las buenas artes del equipo negociador griego y razones que van más allá de la crisis de la Eurozona evitaron lo peor. La crisis no está ni mucho menos cerrada. Los próximos cuatro meses van a ser clave para el futuro de Grecia en el Euro, y para la suerte del conjunto de la Eurozona.

Varoufakis inició su gira europea el primero de febrero. Las dos capitales europeas elegidas para el inicio de la gira fueron París y Londres. La primera elección parecía obvia, Varoufakis trataba de obtener el apoyo francés para afrontar la dura negociación con Schäuble.

Pero, ¿y Londres? ¿Por qué Londres? ¿Por qué visitar antes que Berlín o Frankfurt un país que no pertenece a la eurozona? Parece que Varoufakis buscaba un doble objetivo: obtener inversión de la City para financiar al gobierno ante el previsible ahogo al que le sometería Schäuble, y buscar apoyo británico para frenar el peligro de expulsión de la eurozona. Fracasó en el primer objetivo. A las emisiones de T-bills sólo acudió la banca griega.

En lo segundo sí parece que Varoufakis obtuvo la intervención de Londres. Osborne estuvo extremadamente activo en la negociación. Tanto es así que Schäuble, tras el Eurogrupo del 16 de febrero, acusó a Osborne de ser “el sujeto más activo del club sin pertenecer a él”.

¿Y Francia? Grecia sólo ha obtenido durante la negociación buenas palabras y poco más. La impresión de los  griegos era que si la cosa salía bien, Francia se apuntaría a caballo ganador. Pero no arriesgarían lo más mínimo. Ver a Francia convertida en un poder europeo menor en esta negociación ha venido a confirmar el escaso talento político de Hollande.

El 4 de febrero se produjo un acontecimiento clave: el BCE decidió no aceptar deuda griega como colateral para permitir a la banca comercial acceder a la liquidez. Draghi cedió a las presiones alemanas, en las que al parecer la consejera Lautenchläger jugó un papel determinante. Draghi acababa de torcer el brazo alemán al imponer su programa de expansión cuantitativa. No le quedaba margen con Grecia.

Schäuble perseguía (y logró) con esta decisión generar la incertidumbre necesaria para provocar una fuga de depósitos masiva en Grecia. Y la cosa estuvo efectivamente a punto de irse de las manos. La salida de capitales de Grecia llegó a alcanzar 1.500 millones de € diarios, según fuentes del gobierno griego. El pánico bancario  estuvo a punto de producirse. Y una vez empieza, es prácticamente imposible detenerlo.

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