¡Qué tramposo y equívoco es el lenguaje! A menudo se utiliza como si
reflejara en palabras un sentido común colectivo que, en consecuencia, no
necesita de mayores explicaciones. Expresiones evidentes e incontrovertibles,
que nadie en su sano juicio debe cuestionar, pues al hacerlo reflejaría,
precisamente, muy poco juicio.
En los tiempos que nos ha tocado vivir
abundan este tipo de expresiones, que, a fuerza de repetirse una y otra vez, se
han convertido en lugares comunes, continuamente transitados. Una de ellas es
“Hemos vivido por encima de nuestras posibilidades”, como si toda la población
-los de arriba, los de abajo y los que están en situaciones intermedias-
dispusiera de las mismas capacidades de renta y de endeudamiento. Otra:
“Tenemos que apretarnos el cinturón para salir de la crisis”, como si ese cinturón
simbólico que, según esta receta, habría que ajustarse apretara con la misma
intensidad a todas las familias, lo mismo a los que sólo disponen de su
capacidad de trabajo y a los dueños del capital.
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