El coronavirus es
una calamidad natural potenciada por el capitalismo. Desde hace muchos años se
esperaba un cataclismo semejante como consecuencia del cambio climático, el
calentamiento global, las inundaciones o las sequías. Pero la catástrofe
irrumpió a través de una pandemia, en un sistema económico-social que deteriora
la naturaleza, corroe la salud y desprotege a los vulnerables.
Lo más impactante de la infección es la velocidad y escala de los
contagios. Como aún no ha concluido la primera oleada de irradiación se
desconoce la peligrosidad del virus. Pero es evidente que supera los
efectos de una gripe corriente. Hay más de mil millones de personas
enclaustradas en sus hogares, en un inédito experimento social de
confinamiento. El antiguo antídoto de las cuarentenas ha reaparecido a
pleno.
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