Hay aspectos de la tasa de mortalidad que aún no quedan claros. Está
claro que conocer el número de contagiados sería un primer paso. Pero
tenemos que hablar de dónde se han producido la mayoría de los muertos.
El epicentro de la mortalidad han sido las residencias de ancianos. Más
de 11.000 personas han muerto por Covid-19 en nuestras residencias. Esa
cantidad, dividida por 18 mil, nos da el 60% de los fallecidos. Más allá
de que desconocemos el alcance real de la epidemia, y por tanto la
verdadera tasa de mortalidad, la realidad es que miles de personas
mayores han muerto prematuramente abandonadas por el sistema en las
residencias. Las razones son claras: privatización de un servicio
esencial, precarización del personal, falta de previsión,
desmantelamiento de la atención primaria y hospitalocentrismo.
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