Para poder preparar mi intervención, me
leí de nuevo Elcuento de la criada, uno de los relatos distópicos que más me
ha agobiado. Lo había leído hace mucho tiempo. Recordaba sobre todo la angustiosa
subyugación de las mujeres y la intervención y vigilancia en todos los ámbitos
de la vida. Pero, en la relectura, cada párrafo, cada reflexión de la
protagonista me llevaba mucho más allá. Me obligaba a asomarme a nuestro propio
momento. Tenía la sensación de que el texto me colocaba privilegiadamente,
antes y con tiempo para evitar la llegada de Gilead.
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