En Estados Unidos, la cobertura informativa de los brotes de
coronavirus del resto de las Américas se ha caracterizado por cierta
envidia ante las medidas adoptadas por Canadá y de horror por la
respuesta de Brasil, cuyo presidente es quizás el único dirigente
mundial que está manejando la crisis peor que Trump. Sin embargo,
Argentina está captando relativamente poca atención, aunque su respuesta
rápida, unificada y rigurosa contrasta ampliamente con la de Estados
Unidos.
Argentina ha adoptado medidas estrictas, hasta cierto punto
justificadas, pero que también traen reminiscencias de la represión y la
dictadura: policía patrullando los espacios públicos, deteniendo a quienes
infringen la cuarentena y colocándolos en peligro mortal. Pero su historia de
organización y resistencia popular frente a una crisis es un ejemplo del que
aprender. La exigencia de que la economía funcione para todos, de que el
gobierno reconozca sus crímenes y negligencias y de que se respeten los
derechos humanos incluso en tiempo de crisis son lecciones que Estados Unidos
debe tomar muy en serio y aplicar en consecuencia.
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