Chile vivía desde octubre en una gran revuelta social y popular, con
manifestaciones masivas contra el régimen político, el neoliberalismo y
contra las fuertes desigualdades en las que está inmerso el país. Ese
proceso de rebelión consiguió lo que se podía interpretar como una
concesión del gobierno del multimillonario Sebastián Piñera, al mismo
tiempo que como un intento de recuperar el poder político: la
convocatoria de un referéndum el 26 abril para decidir si se cambiaba o
no la Constitución, heredada, no hay que olvidarlo, de la dictadura de
Pinochet. Con la propagación de la pandemia el referéndum ha sido
pospuesto hasta el mes de octubre. Y como en el resto del mundo, las
medidas de confinamiento y los riesgos de contagio han paralizado las
manifestaciones y protestas que se venían desarrollando.
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