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segunda-feira, 21 de março de 2016

A qué viene Obama

El punto de partida de cualquier análisis sobre la visita de Barack Obama a Cuba y Argentina es la constatación de las derrotas sufridas por el ocupante de la Casa Blanca tanto en el ámbito doméstico como en el internacional. En el primero, Obama fracasó en sus tres más ambiciosas tentativas de reforma: la financiera, la migratoria y la de salud. Para empeorar las cosas la economía no termina de recuperarse de la crisis estallada en el 2008 y la suma de la deuda pública más la de los particulares superó durante el mandato de Obama el monto del PIB de los Estados Unidos. O sea, el país debe más de lo que produce en un año.
En el ámbito internacional la suerte no le fue menos esquiva: la retirada de Irak fue más que nada un gesto demagógico, para consumo interno, que terminó sumiendo a ese país en un caos de gigantescas proporciones que al poco tiempo rebasó las fronteras iraquíes e incendió la reseca pradera del resto del Oriente Medio; el apoyo diplomático, financiero y militar a presuntos “combatientes por la libertad” en la región alimentó la hoguera del fundamentalismo jijadista y terminó por engendrar a un monstruo como el EI, que está haciendo metástasis en África y Europa, aparte del Oriente Medio. La misma Hillary Clinton reconoció esta realidad al declarar, hace poco, que “nos equivocamos en la elección de nuestros amigos”. Mientras, la situación se descompone en Europa Oriental con la crisis de Ucrania, potenciada por la intervención de Estados Unidos en donde la mismísima Victoria Nuland, Secretaria de Estado Adjunta para Asuntos Euroasiáticos, asistía a las bandas de neonazis que acampaban en la Plaza Maidán y les ofrecía botellitas de agua y galletitas, azuzándolos para que tomaran el poder por asalto, cosa que hicieron poco después en medio de sangrientos episodios. La respuesta de Rusia ante la descarada ofensiva de la OTAN fue apoyar a los sectores rusófilos del este de Ucrania y en una fulminante operación militar recuperar nada menos que la península de Crimea, ante lo cual Estados Unidos y sus compinches europeos no les quedó otra que demostrar su impotencia y rumiar su frustración. Y no le va mucho mejor a Obama en el Extremo Oriente, donde en el Mar del Sur de la China, cuyo lecho submarino contiene grandes reservas de gas y petróleo disputadas por el gigante asiático y por Japón, ha puesto a estos dos países en pie de guerra.

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