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quinta-feira, 3 de março de 2016

Trump, un fascista en ruta a la Casa Blanca

La rotunda victoria de Donald Trump en el llamado supermartes de las elecciones primarias en Estados Unidos, lo colocan ya como muy probable candidato a la presidencia por el Partido Republicano, como vaticinan las encuestas. Faltan meses de aquí a noviembre pero, si no ocurre un imprevisto, no se ve otro personaje en el campo republicano que pueda hacerle frente con posibilidades de éxito.
En todo caso, Ted Cruz y Marcos Rubio, sus contrincantes en la contienda interna, no están lejos de las posturas extremistas de derecha del multimillonario, pues también se pronuncian en contra de los musulmanes y los migrantes, a favor de las políticas más belicistas, de la guerra comercial contra China, además de que, con marcado énfasis se oponen ferozmente a cualquier entendimiento con Cuba, Venezuela y los demás países de la ALBA.
Podrá Rubio, un político surgido de y estrechamente ligado a la desprestigiada y corrupta industria anticastrista, atemperar algo sus palabras para complacer a la cúpula del establishment republicano, pero sus actitudes políticas son parecidas a las de Trump. Por no hablar del fanatismo religioso y patriotero de Ted Cruz. Pero ninguno de los dos exhibe el fuelle creciente de Trump y Rubio se ve tan desinflado que algunos han hablado de la posibilidad de que pierda Florida, su base política.
En la mayor democracia del mundo, que diariamente nos desnuda el corresponsal de La Jornada en Estados Unidos, David Brooks, sigue vivo el racismo como en los tiempos de la Guerra de Secesión. Más de cincuenta años después de las grandes luchas por los derechos civiles y el supuesto fin de la segregación racial, parte considerable de la población negra vive en guetos y está sometida a un deterioro considerable de sus condiciones educativas, laborales y sociales. Negros y latinos constituyen el 39 por ciento de la población carcelaria. No es un dato menor en este análisis que Estados Unidos posea la mayor cifra de encarcelados en el mundo, 2.2 millones de personas, y que se hable ya de “complejo industrial carcelario”; es decir, la privatización del sistema penal, con ganancias de 170 mil millones de dólares al año.

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