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sábado, 26 de março de 2016

Bruselas: los peligros de la repetición

Cuando un fenómeno se repite de forma regular, es más necesario atender a los efectos de su repetición que a las causas locales de una de sus manifestaciones concretas. El doble atentado del martes en Bruselas obliga, claro, a hacerse numerosas preguntas de orden policial. Obliga a cuestionarse la coordinación entre la policía y los servicios secretos en Bélgica y en la UE en general, a preguntarse si estamos o no ante una respuesta a la detención de Salah Abdesalam, a reflexionar sobre el gran número de belgas musulmanes que se han sumado como voluntarios a la yihad en Siria y en Iraq y a tomar en consideración el valor simbólico de Bruselas como capital de las instituciones de la Unión Europea. Este es un trabajo que compete a servicios de seguridad y expertos en terrorismo, así como a los investigadores serios en yihadismo -sociólogos y arabistas-, a los que, por cierto, nuestras autoridades deberían consultar más a menudo si realmente están interesados en comprender una amenaza que ya no se puede negar. Pero, más allá de los detalles de cada atentado, relativos a los objetivos y los procedimientos, lo más relevante es la repetición misma: ése es el objetivo del ISIS, y en eso prolonga, supera y consuma la táctica iniciada por al Qaeda a finales de los años 90. De lo que se trata es de estar siempre presente, de incorporar el miedo a la vida cotidiana, de combinar la territorialidad de las conquistas (Siria, Iraq, Libia, también Nigeria) con la globalidad de la amenaza, sin olvidar esta relación viva y contradictoriamente retroalimenticia entre el territorio y las periferias. Europa es una de las periferias privilegiadas del Estado Islámico, y eso la convierte al mismo tiempo en una fuente de reclutamiento y en uno de los marcos de lucha donde es más fácil introducir efectos tanto simbólicos como políticos.

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