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segunda-feira, 14 de março de 2016

Egipto Exhausto

Un régimen autoritario puede ser impopular y abyecto pero al menos tiene reglas. Aunque las reglas no se ajusten a Derecho las relaciones entre el Estado y la sociedad pueden predecirse. La gente sabe cuales son las líneas rojas y puede decidir traspasarlas o no. Egipto no sigue este patrón bajo el mando de Abd al Fatah al Sisi, el mariscal de campo convertido en presidente.
Casi tres años después del golpe militar que llevó al poder a Sisi no sólo se han difuminado las líneas rojas sino que el propio régimen, aún por consolidarse, se ha definido tan vagamente que los egipcios ponen en cuestión que sea una entidad coherente. Las fuerzas de seguridad parecen haber soltado amarras del poder ejecutivo. Como me dijo un periodista en El Cairo, “uno ya no sabe cuántos cuerpos de seguridad hay. Lo único que claro es que Sisi no los controla. Todo es impredecible e inestable y por eso todo es peligroso”.
El período transcurrido desde el golpe de Estado de julio de 2013 ha sido el más represivo de la historia moderna de Egipto. Tanto en términos de activistas encarcelados, torturados, y asesinados, como de violaciones contra la libertad de cátedra, el impacto es desolador. En 2015, el Centro al Nadim para la Rehabilitación de las Víctimas de la Violencia documentó 464 casos de desaparición forzada a manos del Estado. Casi 500 personas murieron bajo custodia y otras 676 fueron torturadas. [1] 2016 está siendo demoledor: en febrero, según informa el Centro Al-Nadim, otros ocho egipcios murieron bajo detención y al menos otros 80 fueron torturados.
El levantamiento de 2011 que acabó derrocando al presidente Hosni Mubarak estimuló el activismo político de muchísimos egipcios y egipcias. Hoy en día centenares de personas que ya eran activistas antes del levantamiento languidecen en las cárceles. Otras querrían abandonar el país. A muchas se les prohibe salir al extranjero siquiera para estancias breves. La arbitrariedad de la prohibición ha hecho circular un chiste que afirma que hay que estar en el control de pasaportes del aeropuerto de El Cairo para saber si puedes viajar o no. Muchos han abandonado la actividad política por otros menesteres. Hay miedo y resulta muy doloroso presenciar lo que ha sucedido. Activistas que se aíslan a causa de la depresión y otros tan profundamente frustrados por lo que ha ocurrido que ya no se movilizan. Como señalaba uno de ellos, “la próxima vez nos pillará sin estar preparados. Todo el mundo está paralizado”.

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