En el transcurso de las protestas de la Gran Marcha del Retorno, que
 empezaron el pasado 30 de marzo, 115 palestinos fueron asesinados y 
alrededor de unos 13.000 resultaron heridos. Muchos recibieron disparos 
al instante desde posiciones israelíes situadas detrás de la frontera 
entre Gaza e Israel. Gas lacrimógeno calló sobre los protestantes desde 
drones no tripulados que revoloteaban en el cielo. Balas con alas de 
mariposa destrozaron las extremidades de decenas de palestinos. 
 Ésta fue la represión por control remoto de los protestantes. Fue frío,
 clínico y calculado, con resultados devastadores. Israel es uno de los 
líderes mundiales en desarrollo de armas y munición de alta tecnología, y
 la Gran Marcha del Retorno presentaba una oportunidad ideal para 
experimentar con sus últimas innovaciones. Con una población de 
conejillos de indias de casi dos millones de palestinos bajo asedio en 
Gaza, Israel puede jactarse de sus armas y tecnología como “probada en 
combate” en un mundo corporativo que no se preocupa por la ética.
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