Ha bastado que el PSOE —mejor dicho, sus dirigentes— pasara a la
ofensiva para provocar un cataclismo político, derribando el Gobierno
del PP y poniendo a Cs fuera de juego. La razón es sencilla y la
habíamos explicado hace tiempo: el único palo que sostenía el sombrajo
de este Gobierno corrupto y reaccionario (heredero directo del
franquismo), era la actitud de Pedro Sánchez y el resto de la cúpula de
su partido que, no sólo han consentido que gobernase Rajoy, sino que le
han apoyado en temas claves, especialmente, en la brutal represión
desatada frente a la rebelión democrática del pueblo catalán. Pero no
sólo en eso, también consintiendo una política social regresiva y viendo
cómo se ahogaba desde el Gobierno a los ayuntamientos del cambio.
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