Gerry Adams, el dirigente del partido republicano irlandés Sinn Féin,
 es un personaje que genera polémicas y levanta pasiones. Para la base 
fiel del partido, Adams es visto con una devoción casi religiosa, como 
una especie de Mesías que terminó con el desangre que en el período 
1966-1998 consumió miles de vidas en Irlanda del Norte, que convirtió un
 estancamiento militar en una victoria política al lograr el co-gobierno
 (power-sharing) mediante el Acuerdo del Viernes Santo, que 
permitirá a los republicanos, no sólo participar del poder en Irlanda 
del Norte, sino unir a toda la isla en un futuro más o menos lejano. 
Para los medios oficiales y la vaporosa “opinión pública”, que lo 
rechazan de manera visceral, Adams aparece como una figura 
contradictoria: por un lado, le reconocen haber ‘moderado’ al 
republicanismo, haber sido clave para terminar la campaña militar del 
Ejército Republicano Irlandés (Irish Republican Army, IRA) [1],
 pero a la vez lo culpan –sin mayor perspectiva histórica- de haber 
supuestamente sido igualmente clave en comenzar ese ciclo de violencia. 
Aun así ha logrado ser elegido en el condado –mayoritariamente 
republicano- de Louth, en la frontera con Irlanda del Norte. Para los 
republicanos por fuera de su partido, Adams es visto como un traidor que
 desarticuló la lucha contra el colonialismo británico en Irlanda y que 
ha normalizado la presencia británica en la isla mediante el 
co-gobierno. 
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