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sábado, 25 de março de 2017

El futuro de la ONU en la era de la disidencia global

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha adoptado un nacionalismo tóxico y mesiánico desde el que humilla con vehemencia a los que se le oponen tildándolos de enemigos corruptos y deshonestos. Su cantinela de “America First” está creando una grave tensión internacional, promueve el extremismo dentro y fuera de Estados Unidos, y socava la seguridad de la patria que tan insistentemente se ha comprometido a mejorar.
Trump parece decidido a poner en marcha políticas y prácticas que señalan el debilitamiento de la democracia y que posiblemente anuncian el inicio del fascismo. Su programa para deportar inmigrantes indocumentados y excluir a todos los visitantes de seis países designados como musulmanes es ilustrativo de una perspectiva regresiva e islamófoba.
La corriente global de disidencia popular es elocuente desde Rumania a Corea del Sur, de Gambia a Brasil, de Reino Unido a Ucrania. Trump está explotando peligrosamente la profunda y extendida frustración que sienten los ciudadanos respecto al establishment político. El cordón umbilical que conecta a los gobernantes con los gobernados se está tensando peligrosamente. La revolución digital dota a los gobiernos de un pavoroso potencial de opresión y control pero también está mejorando la capacidad de los ciudadanos para organizar sus resistencias y movilizar a las fuerzas de oposición.

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