En el verano de 2015, en medio de lo que se llamó la crisis de los
refugiados en Europa, muchos de ellos, procedentes principalmente de
Siria, llegaron a las fronteras de Hungría. Desde allí fueron
trasladados a las afueras de la capital, en centros donde apenas
recibían una atención básica. El gobierno húngaro no tenía intención de
acogerlos. Tampoco la mayoría de ellos quería permanecer en el país, su
intención era la de llegar a Austria o Alemania. En ese trásito por
Hungría, fue la solidaridad ciudadana de colectivos como Food not Booms,
la que trató de ayudarlos llevando comida y otros bienes de primera
necesidad. Estos colectivos ciudadanos fueron amenazados por grupos
fascistas que intentaron impedir la ayuda.
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