“Es la economía, estúpido”. Con esa frase ganó Bill Clinton las 
elecciones presidenciales estadounidenses de 1992 frente a George Bush 
padre. 
Si queremos analizar lo que sucede en Venezuela, un país 
en el que pocas personas han estado, pero todas parecen saber y opinar 
sobre lo que sucede allá, debemos ampliar la frase y decir: “Es la 
geopolítica, estúpido”.
Todo análisis sobre Venezuela debe partir
 de una premisa, la de ser el país con las reservas de petróleo 
certificadas más grandes del mundo1
 (en torno a 300.000 millones de barriles). A esa cantidad de oro negro 
hay que sumar estar entre las 10 principales reservas de gas, 
biodiversidad, y minerales y “tierras raras”, como el coltán.
Por
 si fuera poco, un barco petrolero tarda menos de una semana en 
atravesar el Caribe y llegar desde Venezuela a los principales puertos 
de la costa este de los Estados Unidos, frente al mes y medio que ese 
mismo barco tarda en llegar desde el Golfo Pérsico atravesando el Canal 
de Suez.
Solo desde esta mínima base geopolítica es que podemos 
atrevernos a intentar analizar qué sucede en Venezuela, y si realmente 
existe o no una guerra económica.
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