Durante el año pasado, todos experimentamos una especie de intenso
vértigo político. Parte de esto se debe, claro, al hecho de que Donald
Trump es presidente y de que constantemente encadena su último escándalo
con uno nuevo, justo cuando empezamos a discutir el anterior.
Cuando estamos huyendo constantemente, es muy difícil hacer balance de
dónde estamos y dónde hemos estado. Poder tener una buena visión de
conjunto se convierte en un lujo, que nadie parece poderse permitir. Y
eso tendrá serias consecuencias. Nuestros cerebros están siendo
alterados, la forma en que procesamos noticias e información, nuestras
ideas sobre lo que constituye resistencia y tiranía.
Ya vivimos
en una sociedad que no estudia su propia historia —su historia pura y
dura —y a menudo los acontecimientos actuales se analizan en un vacío,
que casi nunca incluye el contexto o la historia necesaria para
comprender lo que es nuevo, lo que es viejo y cómo llegamos a donde
estamos.
Nos distanciamos de nuestra propia realidad y de nuestro propio trabajo.
Sem comentários:
Enviar um comentário