Cyril Ramaphosa tomó posesión como presidente de Sudáfrica ayer [16 de
febrero de 2018] en su condición de representante electo del Congreso
Nacional Africano (ANC, por sus siglas en inglés) y con el apoyo
entusiasta de las principales potencias imperialistas y corporaciones.
Su
ascenso al puesto más alto del Estado personifica no solo la quiebra
política de la perspectiva del nacionalismo burgués sino la
transformación en instrumentos directos del orden imperialista de los
viejos movimientos nacionalistas, que en su día profesaron unos
objetivos antiimperialistas e incluso socialistas. Por otra parte, los
trabajadores de cualquier país reconocerán en Ramaphosa una expresión
particularmente corrupta del papel que desempeñan en todas partes los
burócratas sindicales como leales servidores del Estado y de los
empleadores.
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