En las últimas cuatro décadas, alrededor de 600.000 menores y
adolescentes han muerto en Estados Unidos por alguna razón que el resto
de países desarrollados ha logrado evitar. Desde los años sesenta, la
mortalidad infantil se ha desplomado en todos los países ricos. También
en EEUU. Pero algo pasó en ese país una década más tarde. Algo que
descolgó a sus hijas e hijos de los estándares de seguridad y bienestar
que se asentaban en el resto del mundo rico.
En los años setenta
las cifras de mortalidad infantil en EEUU se torcieron: miles de niñas y
niños estadounidenses morían o dejaban de salvarse mientras las
estadísticas seguían mejorando a buen ritmo en el resto del denominado
primer mundo. Y la cosa solo había empezado a empeorar...
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