Manifestantes contra el régimen bahreiní se dirigen
hacia la Plaza de la Perla, el punto principal de las manifestaciones a
lo largo de dos semanas, Manama, 1 de marzo de 2011 (AFP)
Siete años.
Ese es el tiempo transcurrido desde que las protestas de la Primavera
Árabe se extendieron por todo Oriente Medio generando esperanzas de
reformas democráticas en los bastiones más autocráticos de la región.
Es también la duración de la sentencia de prisión
que tendría que cumplir ahora si escribiera este artículo en mi país de
origen, Bahréin, donde prácticamente es ilegal debatir la forma en que
el gobierno aplastó nuestro propio capítulo en ese movimiento regional.
Han pasado siete años y pocas cosas resumen mejor el precipitado
descenso del reino hacia una represión casi total que hace que la
mayoría de los bahreiníes ni siquiera puedan hablar de ella.
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