La memoria colectiva iraquí está repleta de significantes de dolor y
pérdida. Los últimos años no han hecho más que añadirse a las montañas
de cuerpos y de escombros, y a sus significantes en un país devastado
por décadas de dictadura brutal, sanciones genocidas y guerras.
La
invasión anglo-estadounidense de 2003 (también conocida con su
orwelliano nombre de “Operación Libertad Iraquí”) desmanteló los restos
del Estado iraquí agotado por guerras y sanciones. También provocó y
normalizó la política del caos, la corrupción y las guerras civiles
sectarias. El Estado Islámico de Iraq y de Levante (ISIL) no fue sino la
consecuencia más reciente y visceral de aquella invasión. Aunque el
repertorio simbólico y discursivo del ISIL indaga profundamente en el
pasado lejano, su cordón umbilical se formó y nutrió en torno a 2003.
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