En una región cada vez más militarizada, Panamá es un símbolo latente de
la injerencia de Estados Unidos. Aunque Washington mira con mucha mayor
atención a Venezuela, y pese a que este país no limita con el del
canal, reverdecen historias de intervenciones planeadas desde la Casa
Blanca. Siete veces invadió EE.UU a la pequeña nación centroamericana.
La última fue en 1989. Por eso, cuando la principal potencia mundial
pone un pie en su territorio, surgen de inmediato las respuestas
negativas. Ahora son contra la llamada operación Nuevos Horizontes.
Cuando se creó en 1984 tenía otro nombre: Fuertes caminos. Se trata de
maniobras que, depende de quién lo cuente, adquieren dos sentidos. Para
el Comando Sur que las dirige se trata de “ejercicios de asistencia
humanitaria”. Para la cancillería local “un programa de entrenamiento
dirigido a los estamentos de seguridad nacionales”.
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