Según la definición propuesta por Albert Memmi, “el racismo es la valoración generalizada y definitiva de las diferencias reales o imaginaria a beneficio del acusador y en detrimento de su víctima con el objeto de legitimar una agresión”. La agresión puede adoptar diferentes formas: en el ámbito de un país generalmente remite a la explotación económica.
La República de Haití acaba de ser recientemente objeto de un odioso
ataque por parte del presidente de los EEUU. No tardaron en aparecer
reacciones desde todas partes y continúan en el momento en que se
escriben estas líneas, pero ha llegado el momento de plantearse qué
forma adquiere o podría adquirir la agresión que anuncian o reflejan
estos insultos, proferidos por alguien conocido por ser un gran
estratega de la distracción.
Haití es un país exangüe, casi
bajo tutela, devastado por catástrofes naturales, incapaz de producir lo
necesario para alimentar a su población y que generalmente se encuentra
entre los últimos lugares de todos los indicadores económicos. Se
podría plantear la hipótesis de que lo que se anuncia es la explotación
de sus recursos mineros, un sector relativamente intacto hasta ahora.
Puede que no resulte ocioso recordar que El Salvador, otro país
mencionado por el presidente de los EEUU en su escatológico exabrupto,
prohibió el año pasado la explotación de la minería metálica en su
territorio.
Sem comentários:
Enviar um comentário