Pensemos al presidente Trump y su administración como una panda de
ladrones. Por supuesto, hay un robo evidente: lo que en el fondo
pretenden –como sucede con la recientemente aprobada ley de “reforma”
tributaria– es robar al ciudadano de a pie y regalar un ahorro eterno a
los ya pasmosamente ricos –entre ellos al propio presidente
(posiblemente, hasta 15 millones de dólares por año) y a su yerno Jared
Kusher (tal vez, hasta 12 millones de dólares por año). Según la Oficina
del Presupuesto del Congreso (CBO, por sus siglas en inglés), las
reservas en metálico ya están empezando a caer más rápidamente que lo
que se esperaba como consecuencia de la pérdida de recaudación asociada
con esta ley, Y las modestas ganancias ofrecidas a los contribuyentes
normales para ocultar un vasto aumento de la riqueza del 1 por ciento
más rico desaparecerán en los próximos años veinte, mientras que los
recortes impositivos que benefician a las corporaciones serán para
siempre.
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