En política lo han perdido todo y siguen hacia el precipicio, pues
parecen incapaces de virar. Empecinados. O tal vez carezcan de timón.
Conservan la capacidad de movilizar a los fieles. O quizá éstos se
movilizan solos, ay ay, ay. Que la sangre no llegue al río.
El
independentismo catalán actúa como si no se diera cuenta de que ha sido
derrotado políticamente y de que su ruidosa hegemonía social es sin
embargo limitada, pues su modo de actuar le contrapone a la mayoría de
la población de Cataluña y se la enajena.
El independentismo buscó legitimación para un proyecto ilegal en un simulacro de referéndum, el happening
social del 1 de octubre de 2017: convocó a la población catalana a un
referéndum ilegal, a sabiendas de que además no había censo, ni urnas
transparentes y vacías, ni mesas electorales sorteadas, pudiéndose votar
en cualquier parte, sin recuento fiable. Un falso referéndum sin
garantías.
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