Después de varias décadas de feminismo y de denuncia de la desigualdad
que soportan en el día a día, el pasado 8 de marzo las mujeres
desbordaron las calles demostrando su capacidad de convocatoria
–independientemente de la afinidad política y del tamaño del
territorio-. En el urbanismo, la mirada feminista de nuestras ciudades
se está abriendo paso en las instituciones tras más de veinte años de
lucha en el ámbito académico y profesional.
El diagnóstico parte de que el urbanismo no es neutro desde el punto de vista de género, y que las principales directrices de la planificación urbana se han tomado dando prioridad a las necesidades del género masculino. A pesar de la masiva incorporación de la mujer al trabajo, ni desde el área de urbanismo de las ciudades ni los cambios legislativos a nivel estatal –o la ausencia de ellos- han corregido las dificultades de la mujer para compaginar su vida profesional y familiar, obligándolas a elegir muchas veces entre una de las dos caras de su vida.
El diagnóstico parte de que el urbanismo no es neutro desde el punto de vista de género, y que las principales directrices de la planificación urbana se han tomado dando prioridad a las necesidades del género masculino. A pesar de la masiva incorporación de la mujer al trabajo, ni desde el área de urbanismo de las ciudades ni los cambios legislativos a nivel estatal –o la ausencia de ellos- han corregido las dificultades de la mujer para compaginar su vida profesional y familiar, obligándolas a elegir muchas veces entre una de las dos caras de su vida.
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