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terça-feira, 10 de abril de 2018

No es Netanyahu, es la nación

Uno puede arremeter contra el primer ministro tanto como se quiera, se lo merece. Pero al final uno debe recordar: no es Benjamin Netanyahu, es la nación. Al menos la mayor parte de la nación. Todas las manifestaciones del mal en los últimos días y toda la locura fueron diseñadas para satisfacer los deseos más mezquinos y los instintos más oscuros que albergan los israelíes. Los israelíes querían sangre en Gaza, tanta como fuera posible, y deportaciones de Tel Aviv, tantas como fueran posibles. No hay forma de adornarlo, uno no debe enturbiar los hechos. Netanyahu, débil, patético, malvado o cínico, fue impulsado por un motivo: complacer a los israelíes y cumplir sus deseos. Y lo que ellos querían era sangre y deportación.

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