Lucía Topolansky Saavedra, 73 años, me recibe en su imponente
despacho del Palacio Legislativo de Montevideo, sede del Parlamento
bicameral uruguayo. Un gran cuadro del expresidente José Batlle Ordóñez,
precursor de la modernización de Uruguay a principios del siglo XX,
ocupa un lugar prominente en la enorme estancia de grandes ventanales
con cortinajes, boiserie y sofás y sillones de cuero. Al fondo,
sentada frente al escritorio, está la mujer que ocupa por primera vez en
la historia de Uruguay la vicepresidencia de la República, segundo
cargo más importante del país, que combina con el de presidenta del
Parlamento.
“Menudo despacho”, le digo. “Sí, pero no lo elegí yo”, responde veloz y tajante.
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