El caso del exespía Skripal, supuestamente envenenado con un gas tóxico
por espías rusos, ha servido de catapulta para una nueva oleada de
histeria anti-rusa. La expulsión masiva de agentes diplomáticos rusos
por una veintena de países (a la cabeza de ellos EEUU, con 60) echó leña
al fuego de una situación que chirría por los cuatro costados y que
puede llevar -y seguramente llevará, de seguir este derrotero-, a una
confrontación más abierta y dura en la que la Unión Europea puede perder
más que Rusia.
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