Si nació usted antes de 1950, señalaba Javier Salas a mediados de
septiembre de 2016, “puede que ahora vaya a sentirse algo más mayor: ha
vivido en dos épocas geológicas distintas”. La tierra ha entrado en una
nueva página del calendario geológico, el Antropoceno, “la edad de los
humanos”. Una de las pruebas de que el mundo ha cambiado para siempre,
proseguía el periodista científico de El País, estaba en la playa
de Tunelboca, en la ría de Bilbao, “en una franja de siete metros de
sedimentos acumulados por la industrialización”. Allí se habían ido
depositando durante casi un siglo escorias vertidas por los altos hornos
vizcaínos.
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