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quarta-feira, 6 de janeiro de 2016

Lo que no se enseña a los israelíes en la escuela y por qué

Nuestra cultura se caracteriza por tener mucha información que nos llega sin filtrar, sin clasificar y carente de calidad. El acceso a este cúmulo de datos nos permite desafiar los conceptos imperantes, pero hace que nos sea más difícil porque carecemos de las "anclas" conceptuales e históricas que resistan un examen científico, para someter esa información al conocimiento que podría mejorar la realidad que vivimos. 
En esta cultura, que venera el aquí y ahora, es difícil rastrear y comprender los procesos que abarcan muchos años, por lo menos hasta que llega el momento en que el proceso y sus consecuencias ponen en relieve la aguda realidad. Esto es lo que ocurrió el verano pasado cuando el diario Israel Hayom realizó une encuesta entre maestros israelíes que expuso un cuadro particularmente sombrío. El 69 % de los maestros de Israel no sabía lo que pasó el 29 de noviembre de 1947: El 29 de noviembre de 1947, la Asamblea General de la ONU votó a favor de una resolución, que aprobó el plan de partición de Palestina (Ver más en: http://jcpa.org/article/ noviembre-29-1.947 mil-quiz / # sthash. p0w9b8vp.dpuf)
Más aún, el 57 % no sabía nada de la Línea Verde (las fronteras del armisticio fijadas al final de la Guerra de la Independencia) o cómo se determinó.
Esta ignorancia de los fatídicos asuntos no es un accidente. Es el resultado final de años en los que el sistema educativo ha estado bajo la dirección de los ministros provenientes de las filas del nacionalismo y el mesianismo. El proceso que tiene lugar en el sistema de educación pública, impulsado por estos ministros, se compone principalmente de dos tendencias importantes que determinan la cultura política y se están reproduciendo en la esfera pública.
La primera tendencia, y más importante de las dos, es la que garantiza que al dejar fuera los dos temas clave mencionados anteriormente los programas escolares no construyen un sistema de conceptos, hechos y procesos históricos que podrían conducir a una mejor comprensión de la historia del sionismo y el conflicto con los árabes. El vacío resultante es más fácil de llenar con "verdades históricas" y cambiarlo según sea necesario para reflejar tal o cual necesidad política, como lo demuestra la reciente comparación del primer ministro Benjamin Netanyahu del gran mufti de Jerusalén con Hitler.

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