Hoy se cumple [25 de enero] un año desde que un gobierno de izquierda 
radical fue elegido en Grecia; su joven y dinámico primer ministro, 
Alexis Tsipras, prometió un golpe decisivo contra la austeridad. Yanis 
Varoufakis, el poco convencional Ministro de Finanzas, llegó a Londres 
poco después de la victoria y causó un gran impacto en los medios. Aquí 
había un gobierno que ignoraba las convenciones burguesas y estaba 
buscando pelea. Las expectativas eran altas. 
 Un año después, el 
partido Syriza está aplicando fielmente las políticas de austeridad. Se 
ha purgado la ala izquierda del partido y Tsipras ha desechado su 
radicalismo para mantenerse en el poder a toda costa. Grecia ha sido 
abatida. 
 ¿Por qué terminó así? Un mito propagado por algunos 
círculos mediáticos sugieren que los radicales sufrieron un golpe de 
Estado compuesto por políticos conservadores y funcionarios de la UE, 
decididos a eliminar cualquier riesgo de contagio. Syriza fue superada 
por los monstruos del neoliberalismo y el privilegio. Aún así, peleó una
 buena batalla, y tal vez incluso sembró las semillas de la rebelión. 
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