Este artículo se basa en algunas de las investigaciones que he
llevado a cabo durante los dos últimos años sobre el activismo de las mujeres en Egipto, Líbano y Jordania, desde la independencia hasta los
levantamientos árabes. Recogí alrededor de cien relatos personales de
mujeres activistas de clase media de diferentes generaciones. Esta
investigación se enmarcó inicialmente en referencia a lo que se percibe
como una “paradoja de género”: a pesar de más de un siglo de activismo
femenino, ¿por qué las mujeres de los países árabes continúan teniendo
que enfrentarse a algunas de las mayores desigualdades de género en el
mundo?
Descolonizando el género en el mundo árabe
Mi
investigación ha intentado comprometerse críticamente con dos supuestos
básicos que sustentan la formulación de tal paradoja. El primer
supuesto es el que reduce el activismo de la mujer al acto de resistir
frente al patriarcado. Este supuesto está incrustado dentro del concepto
de la división público/privada por el que las feministas sostienen que
las mujeres se ven relegadas a la esfera de lo privado, mientras que los
hombres dominan la esfera pública. Esta división resulta problemática
cuando miramos las evidencias del mundo árabe, donde se ha promovido la
participación de la mujer como medio e indicador de modernización. Desde
finales del siglo XIX, el discurso nacionalista en Oriente Medio
construyó la figura de una llamada nueva mujer, educada y públicamente
visible [1]. En este contexto, las mujeres de las elites y las clases
medias empezaron a entrar en la vida pública, fundando básicamente
asociaciones de beneficencia para pasar a crear después uniones de
mujeres que exigían mayores derechos para la mujer dentro del matrimonio
y que se ampliara el acceso de la mujer a la educación. Estas mujeres
no se limitaban a “resistir al patriarcado” sino que más bien se
consideraban a sí mismas como colaboradoras en la lucha contra el
“atraso” y por la modernización de la nación. La visibilidad de las
mujeres se convirtió particularmente en un marcador clave de identidad
para las clases medias emergentes y la materialización de la noción de
la “modernidad de la clase media” [2].
El segundo supuesto sobre
el que se sustenta la cuestión de los derechos de la mujer en el mundo
árabe aparece incrustado dentro de una epistemología orientalista que
desde hace mucho tiempo ve la condición de la mujer como uno de los
indicadores del atraso del mundo árabe. Sobre esta base, la respuesta
popular entre los comentaristas occidentales a por qué el activismo de
la mujer no ha conseguido el progreso de sus derechos “se debe a la
resistencia del patriarcado árabe”. Esta respuesta es controvertida por
la forma en que reduce las causas de la subordinación de la mujer a los
valores y creencias culturales árabes, lo que implica que es “Occidente”
quien establece el estándar de civilización en los derechos de la
mujer. Por otra parte, los argumentos acerca de la naturaleza deficiente
de la cultura árabe respecto a la mujer olvidan completamente las
estructuras de poder basadas especialmente en la clase y nacionalidad e
ignoran el papel de la economía política global y la geopolítica en la
reproducción de estas jerarquías que se entrecruzan. Por tanto, la
formulación del título de este artículo “De cómo Occidente ha socavado
los derechos de la mujer en el mundo árabe” no promete un exposé
de operaciones clandestinas de los gobiernos occidentales, sino que más
bien pretende cuestionar desde el comienzo la forma de pensar habitual
sobre los derechos de la mujer y el activismo de la mujer en el mundo
árabe. Deseo hacer especialmente hincapié en las dimensiones
geopolíticas de la construcción de normas de género más allá de leyes y
políticas públicas para incluir las formas en las que las mujeres
subvierten y vuelven a dar significado a las normas de género a través
de su participación pública.
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