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terça-feira, 16 de fevereiro de 2016

¿Por qué son Sanders y Trump una amenaza al establishment estadounidense?

Los resultados en los caucuses de Iowa, en los que prácticamente hubo un empate entre Bernie Sanders y Hillary Clinton en la carrera demócrata, y el segundo lugar de Donald Trump detrás de Ted Cruz en el lado republicano, muestran que los dos candidatos que han atormentado los partidos del establishment no son más que tigres de papel. Trump aún es el favorito para triunfar en la nominación del Partido Republicano, situación que era impensable hace seis meses; Sanders, por otra parte, está demostrando que es un obstáculo más difícil de lo que se había pensado para la coronación de Hillary Clinton.

Su éxito es un síntoma del quiebre en el consenso liderado por la élite. Trump y Sanders son amenazas al proyecto de globalización capitalista liderado por Estados Unidos. ¿Cómo sucedió esto?

El capitalismo desbocado no le está cumpliendo a los más de 100 millones de estadounidenses en pobreza o en el umbral de ella. Casi el 73 por ciento de los estadounidenses tienen ahorros de 1000 dólares o menos en sus cuentas, lo que indica que están a un cheque de caer en la pobreza si se desata una crisis. En el otro extremo, los ricos son más leales al lugar donde se encuentran sus activos que donde viven y esa lealtad de los millonarios no va más allá de su sed de lucro. Es la culminación de cuatro décadas de una lucha de clases de parte de los ricos, que es mejor conocida como neoliberalismo.

La división de clases ha creado brechas en las elecciones de este año para que la izquierda y la derecha consigan apoyo, cada uno a su manera, en contra del establishment estadounidense. El nativismo, la xenofobia y el racismo de Trump son un gran peligro político para la globalización. Él podría arruinar a Wall Street y las aventuras militares, pero al enfocar su furia en contra de China, los musulmanes y los inmigrantes indocumentados, Trump podría alejar la ayuda extranjera clave. Aunque Sanders es en esencia un capitalista, es una amenaza económica. Él enfoca su indignación hacia el 1 por ciento de la población privilegiado al abogar por la redistribución a través de un sistema de salud universal, gratuidad de la educación superior, permisos familiares remunerados e incrementos masivos a los impuestos de los más ricos. Ambos critican el sistema de pagar para jugar que se usa en las campañas y que tiene como consecuencia que menos de 200 familias tengan más influencia en las elecciones que el resto de los hogares estadounidenses combinados.

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