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quinta-feira, 25 de agosto de 2016

¿A qué teme Israel?

Son muchos los temores que inundan la política israelí y que irradian a su sociedad, que bajo los oropeles de una riqueza aparente, oculta los costos de una ocupación contra el pueblo palestino.
A pesar de su discurso y su actuar belicista, Israel analiza con alarma la corriente política internacional, que pone a la entidad sionista en el centro de la crítica por su política colonialista, racista y criminal en Palestina, su apoyo a grupos terroristas en Oriente Medio, el afán de entorpecer el desarrollo de relaciones de Irán con el mundo, y practicar una política de persecución contra todas aquellas voces que condenan su actuar. Disimula tras el Muro de la Vergüenza el atropello contra cinco millones de seres humanos. Esconde tras su aparente democracia representativa, un régimen criminal que sólo gracias al aval, el veto en el seno del Consejo de seguridad de las Naciones Unidas y el apoyo militar y financiero multimillonario de Washington y sus aliados europeos como Francia e Inglaterra – y sus grupos de presión - ha logrado sortear las innumerables condenas internacionales y resoluciones que llaman a cesar su política criminal. El ser punta de lanza de las potencias occidentales en Oriente Medio tiene su precio e Israel lo cobra con agrado y onerosamente.
Primer temor: Irán
Uno de esos temores que esbozo, tiene año, nombre y apellido: 1979, República Islámica de Irán y la decisión de este país de contrarrestar el poderío de la entidad sionista en la región. En estos días, ese combate se ha trasladado a otras latitudes, a Latinoamérica, donde los representantes diplomáticos y activistas sionistas están a full, con la agenda laboral ocupada, para tratar de revertir, en algo, los efectos del periplo del canciller iraní Mohamad Yavad Zarif y su delegación política, empresarial y económica por estas tierras. Efectivamente, la visita oficial del canciller persa, por 6 países latinoamericanos, Cuba, Nicaragua, Ecuador, Chile, Bolivia y Venezuela, encendió las alarmas en Tel Aviv por la amplia difusión y apoyo a este viaje de altísimo nivel político, empresarial y comercial de la República islámica de Irán. Esto, tras la firma de los Acuerdos Nucleares con el G5+1, que levantó las sanciones a la nación persa, posibilitando vislumbrar un panorama más auspicioso, que está permitiendo ampliar su abanico de relaciones con gran parte del mundo.
Recordemos que Israel, impotente para detener el inevitable Acuerdo entre Irán con el Grupo conformado por Estado Unidos, Rusia, Inglaterra, Francia, China y Alemania, amenazó con las penas del infierno al gobierno iraní, incluso con la opción militar. En aquella ocasión, el Ministro de Asuntos Estratégicos de la entidad sionista, Yuval Steinitz sostuvo que ante ese “mal acuerdo, nuestro país mantiene vigente la opción de tomar medidas militares contra Irán, de manera de poder defender a nuestro país, sobre todo si se amenaza nuestra seguridad nacional y nuestra existencia misma”. Amenazas al viento pues el Acuerdo se firmó e Israel simplemente quedó fuera de la mesa donde ansiaba estar.
Previo a la firma final del acuerdo nuclear en julio del año 2015, el premier israelí Benjamín Netanyahu trató, por todos los medios a su alcance, de generar una atmósfera de histeria y alarmismo respecto al programa nuclear pacífico de Irán. Acusaciones que se plantean en un marco de profunda iranofobia de Israel, además de una hipocresía fundamentada en ser la entidad sionista poseedora de un mínimo de 200 ojivas nucleares y no adherir al Tratado de No proliferación Nuclear – TNPN – lo que implica que no existe inspección técnica internacional que permita controlar la producción de armas de destrucción masiva del régimen israelí.

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