Ayer tuve el privilegio de moderar una mesa redonda del Foro Social
en el marco del festival Rototom Sunsplash de Benicàssim. El lema de
este año del ciclo de charlas es Libertad y dignidad, muy adecuado para
los tiempos que corren por tratarse de dos bienes muy publicitados y,
sin embargo, más bien escasos.
La mesa redonda, bajo el título de
Qué Europa, qué alternativas, abordó la situación actual de Europa y
cuál es el nuevo escenario hacia el que deberíamos encaminar nuestros
pasos. Para ello, conté a mi lado con dos activistas por encima de su
faceta de políticos: por un lado, Katerina Sergidou, cofundadora de
Syriza y actual dirigente de Unidad Popular, la facción crítica que se
escindió del partido griego después de que Tsipras, como ella misma
indicó, traicionara al pueblo griego plegándose al dictado de la Troika.
Sergidou
compartió una radiografía del caso griego bien distinta de la que los
poderes fácticos y sus instrumentos mediáticos nos han hecho llegar. Con
frases tan duras como “para nosotros el euro más que una moneda es un
régimen”, la activista griega contó como la situación económica del país
heleno no se ceñía exactamente a lo descrito por el Ecofin y compañía.
Por citar un ejemplo, el país disponía de recursos propios para atender
sus facturas durante dos años, pero “Tsipras optó por anteponer a los
acreedores a los ciudadanos”.
De la noche a la mañana, el ‘oxi’
del referéndum se convirtió en un ‘no’ y, de ese modo, “se robó el voto a
los griegos”. El caso griego, que Sergidou admitió que supuso “una
derrota”, vino a demostrar que cambiar el sistema desde dentro es
imposible. El sistema de la Unión Europea está tan corrompido que al
final sus mecanismos consiguen que quien ejecute su austericidio sea
quien en un principio luchaba contra él.
En el otro flanco y
compartiendo buena parte del hilo argumental de su compañera griega,
tenía al eurodiputado por Podemos, Miguel Urbán, que dio en el clavo al
distinguir entre Europa y Unión Europea. En ese sentido, ambos son de la
opinión, de que, como subrayó Urbán, “ya no es posible reformar la UE,
sólo es posible la ruptura”.
Y qué razón tiene. Una UE en la que
hemos presenciado cómo sus dirigentes corren más rápido a apagar el
fuego del Brexit que a terminar con el cementerio de refugiados en el
Mediterráneo no es posible reformarla. Hay que deconstruir la UE para
poder construir una nueva Europa.
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