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segunda-feira, 1 de agosto de 2016

El alto coste y la oportunidad histórica del fallido golpe de Estado turco

Hace ya dos semanas que Turquía estuvo expuesta a un golpe de Estado que acabó en fracaso. Esta es una de las pocas ocasiones donde las palabras no describen lo sucedido ni evalúan sus efectos.
Es sin duda verdad, aunque insuficiente, decir que el golpe fracasó. Presupone una similitud entre este golpe fallido y otros golpes fallidos en Jordania, Siria, Iraq y Venezuela durante las últimas décadas. La verdad fue, sin embargo, que el intento de golpe turco conllevó una operación enorme, una operación que se suponía no iba a fracasar. Quienes la llevaron a cabo confiaban tanto en que iban a tener éxito que no tenían un “plan B”.
La República de Turquía es desde luego la heredera directa del Sultanato otomano y el ejército turco es el descendiente del ejército otomano moderno, cuyos orígenes se encuentran en el período inmediatamente posterior a la destrucción y abolición del sistema militar Inkishari en 1826. Por tanto, el fallido golpe de Estado del 15 de julio se produce tras toda una serie de golpes: tres de esos golpes fueron perpetrados por el Comité por la Unión y el Progreso en 1908, 1909 y 1913; después hubo una serie de golpes directos e indirectos perpetrados por el ejército republicano en 1960, 1971, 1980 y 1997. Todos ellos tuvieron éxito y determinaron que el ejército se apropiara del poder o derrocara a un gobierno electo imponiendo otro en su lugar.
El golpe de Estado del 15 de julio puede haber sido el primer proyecto de golpe de tal magnitud y recursos que acabó en fracaso no sólo en Turquía sino en todo el Oriente Medio. La cifra de generales, de todos los grados de general y desde dentro de todos los cuerpos de las fuerzas armadas, que fueron arrestados en la semana siguiente al golpe de Estado se eleva a 126. Este número representa un tercio de todos los generales de las fuerzas armadas turcas. Mediante una estimación rápida y aproximada, puede decirse que ese conjunto de generales tenía mando sobre 150.000 y 200.000 soldados del total de 700.000 efectivos que sirven en las fuerzas armadas turcas.
Sin embargo, el asunto no acaba aquí. La declaración hecha al principio por el presidente turco en el sentido de que el grupo de Fethullah Gülen estaba detrás del intento de golpe, fue confirmada después personalmente por su jefe de gabinete en la primera entrevista que dio una vez liberado de los autores del golpe. Esto planteó algunas dudas fuera de Turquía. No obstante, la veracidad de tal evaluación no sólo ha ido en aumento según avanzaban los días, sino que casi se ha convertido en un hecho indiscutible. Esto es lo que hace que el intento del 15 de julio constituya una aventura extraordinaria en la tradición de los golpes militares en Turquía.
Este golpe no fue emprendido por un grupo de oficiales kemalistas bajo la ilusión de que el Estado laico o la unidad del país estaba bajo amenaza, o porque asumieron que el ejército era el creador, guardián y dueño de la república. Fue una organización religiosa quien llevó a cabo y dirigió este intento de golpe, una organización de carácter gnóstico y cuya visión del Islam, de Turquía y del mundo es una mezcla de aportaciones sufíes, inclinaciones políticas elitistas y extrañas doctrinas (los seguidores de Gülen saben que está más cerca de ellos que la vena yugular).

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