Si hacemos un breve repaso por lo
acontecido en los últimos años, debemos recordar los escándalos de un monarca
que en plena crisis que mantenía en paro al 50% de los jóvenes, afirmó que el
paro juvenil le quitaba el sueño, cuando pocas semanas después descubrimos que
lo que le quitaba el sueño realmente eran cacerías de carne y colmillos. La
frase lapidaria “Lo siento me he equivocado, no volverá a ocurrir” fue la
antesala de su abdicación, incapaz de remontar el vuelo en picado de su, hasta
entonces, cómodo y consentido reinado.
Llevamos unos años en los que,
por fin, los medios del régimen han tenido que reconocer lo que hasta ahora
había sido la comidilla popular. Parece confirmarse que Juan Carlos de Borbón,
que había venido a España con una mano delante y otra detrás, amasó una fortuna
de manera totalmente fraudulenta, aprovechando los contactos que su cargo le
permitían con jeques petroleros de Oriente Medio principalmente, con la ayuda
de quienes han figurado en las tramas de corrupción más importantes en este
país durante su reinado, y de aquellos que le regalaban yates “Bribón”, ironías
de la historia.
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