Desayuno con noticias alarmantes: las okupaciones siguen, la
inseguridad de todos (pues todos somos propietarios) es máxima.
Anuncio de radio de una empresa de seguridad: “Equipo de alarma
contra robo y okupación”. Reportaje en programa de máxima
audiencia a los héroes de las empresas de desokupación: cinco
chicos entrados ya en los cuarentena y hormonados de forma insalubre
explican su trabajo; la legalidad del mismo parece dudosa.
Declaraciones de un(a) polítco(a) cualquiera: “Un día de estos os
vais de vacaciones y cuando volváis, porque consideran que la casa
está vacía, se la dan a sus amigos okupas –en referencia a un
conocido partido de la ‘izquierda’–”. La campaña de
emergencia por el problema de la okupación es continua, insistente,
machacona. El miedo, convertido en una ola de pánico, alcanza a
buena parte de la población. Los rumores sobre asaltos de viviendas
han adquirido el rango de “conozco el caso de un amigo de un amigo
al que le ocuparon la casa, y bla, bla, bla”.
Sem comentários:
Enviar um comentário