La narrativa de que la explosión de Beirut fue una consecuencia
exclusiva de la negligencia y la corrupción del actual Gobierno libanés
está ahora grabada en piedra, al menos en la esfera atlantista.
Y sin
embargo, profundizando, encontramos que para diseñarla la negligencia y la
corrupción pueden haber sido explotadas por completo a través del sabotaje.
Líbano es el
principal territorio de John Le Carré. Una guarida multinacional de espías de
todos los matices -agentes de la casa de Saud, operativos sionistas, armadores
«rebeldes moderados», intelectuales de Hezbolá, «realeza»
árabe perversa, autocalificados contrabandistas- en un contexto de desastre
económico de amplio espectro que aflige a un miembro del “Eje de la resistencia”,
un objetivo perenne de Israel junto a Siria e Irán.
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