Según los más ricos y poderosos del planeta, la cuarta revolución
industrial ya está en marcha y es resultado de la convergencia de
robótica, nanotecnología, biotecnología, tecnologías de información y
comunicación, inteligencia artificial y otras. El Foro Económico
Mundial, que reúne cada año en Davos a las mayores empresas del planeta,
produjo en 2016 un informe
donde afirma que con la “tormenta perfecta” de cambios tecnológicos
junto a lo que llaman asépticamente “factores socio-económicos”, al 2020
se perderán 5 millones de empleos, incluso contando los nuevos que se
crearán por las mismas razones.
Si ellos hablan de una pérdida de 5
millones de empleos, seguramente serán muchos más. Y es sólo uno de los
impactos de esta revolución tecnológica, que no se define por cada una
de estas tecnologías aisladamente, sino por la convergencia y sinergia
entre ellas. Nombran entre las diez tecnologías claves –y más
disruptivas- la ingeniería de sistemas metabólicos para producir
sustancias industriales (léase biología sintética para remplazar
combustibles, plásticos, fragancias, saborizantes, principios activos
farmacéuticos derivados de conocimiento indígena); el internet de las
nano-cosas (además de usar internet para producción industrial,
agrícola, etc., también nano-sensores insertados en seres vivos, incluso
nuestros cuerpos, para captar y recibir estímulos y administración de
drogas y farmacéuticos); ecosistemas abiertos de inteligencia artificial
(integrar máquinas con inteligencia artificial al internet de las
cosas, a las redes sociales y a la programación abierta, con potencial
de cambiar radicalmente nuestra relación con las máquinas y entre éstas
mismas) y varias otras, como nuevos materiales para almacenar energía,
nano-materiales “bidimensionales”, vehículos autónomos y no tripulados
(drones de todo tipo con mayor autonomía), optogenética (células vivas
manipuladas genéticamente que responden a ondas de luz), producir
órganos humanos en chips electrónicos.
En el año 2000, desde el
Grupo ETC llamamos a esta convergencia BANG (Bits, Átomos,
Neurociencias, Genes), un especie de Big Bang tecno-socio-económico,
mejor llamado “Little Bang” porque las tecnologías a nano-escala
(aplicadas a seres vivos y materiales) son la plataforma de desarrollo
de todas las otras. Avizoramos entonces que este “Little Bang”, estaba
formando un tsunami tecnológico que tendría impactos negativos de
grandes dimensiones en medio ambiente, salud, trabajo, en producción de
nuevas armas para guerra, vigilancia y control social de todas y todos,
entre otras. Todo en un contexto de la mayor concentración corporativa
de la era industrial, oligopolios con cada vez menos empresas que
controlan inmensos sectores de producción y tecnologías.
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