Todos el mundo debería leer el largo artículo de Henry Siegman publicado en el National Interest
sobre las "implicaciones de la táctica de Jerusalén del presidente
Trump". Siegman es un gran líder porque ha rechazado el oficialismo
estadounidense y judío, del que es miembro, para declarar que la
solución de los dos estados está muerta y enterrada.
También es
un profeta en la medida en que está aconsejando a los judíos
estadounidenses que renuncien a su apego al sionismo por ser una letra
muerta, no diferente de un Estado cristiano aquí, y así prepararse para
un futuro en el que Israel estará aislado como un estado paria y para un
"éxodo significativo de los judíos de Israel".
Sus palabras
son asombrosas porque Siegman, un sobreviviente del Holocausto que ahora
tiene alrededor de 80 años, era sionista y presidente del Congreso
Judío Mundial. Su valentía de renunciar a las creencias políticas que
han animado su vida es inspiradora.
Su intervención es especialmente significativa porque esta semana Barack Obama volvió a una prominente sinagoga de Nueva York,
sacó a relucir su habitual muletilla acerca de ser el mejor amigo de
Israel y suavizó su golpe final -permitir que pasase la resolución de
las colonias en el Consejo de Seguridad- diciendo que la construcción de
colonias se había "disparado", por lo que tuvo que hacer algo. Ninguna
visión, en absoluto, de una persona que tiene un alto grado de libertad
en su vida. Siegman golpea duramente a Obama en su texto.
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