He defendido siempre el derecho de autodeterminación para cualquier país
o territorio donde una parte importante de la población reclame un
referéndum de este tipo, y no sólo para las antiguas colonias, que es,
en buena parte, la doctrina oficial de las Naciones Unidas. Pero
equiparar de manera general los procesos de independencia con los
avances sociales no tiene ningún fundamento. Ciertamente, a lo largo de
la historia ha habido movimientos de emancipación nacional que han
estado muy ligados a las revoluciones populares. No ha sido así, sin
embargo, en las secesiones que han tenido lugar durante las últimas
décadas en la Unión Soviética, Yugoslavia o Checoslovaquia, donde se han
impuesto mayoritariamente gobiernos neoliberales, en algunos casos
claramente autoritarios, e incluso abiertamente tolerantes hacia el
nazismo y los grupos fascistas en general.
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