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terça-feira, 18 de agosto de 2015

El futuro de Europa tras la derrota griega

El pasado 8 de junio tuve el honor de acompañar al entonces ministro de finanzas griego, Yanis Varoufakis, a un encuentro privado en Berlín con el ministro alemán de finanzas, Wolfgang Schäuble. La reunión empezó con un gesto de buen humor cuando el señor Schäuble ofreció a su colega un puñado de Euros de chocolate: “para sus nervios”. Yanis los compartió con los circunstantes, y dos semanas después tuve un segundo honor, que fue ofrecer mi moneda de chocolate a un tercer (ex)ministro de finanzas, el profesor Giuseppe Guarino, decano de constitucionalistas y autor de un impactante librito (La verdad sobre Europa y el Euro: Un ensayo, disponible en italiano AQUÍ) sobre los Tratados europeos y el Euro.
La tesis del profesor Guarino reza como sigue:
“El 1 de enero de 1999 se perpetró un golpe de estado contra los Estados miembros de la UE, contra sus ciudadanos y contra la propia UE. El ‘golpe’ no se dio por medio de la fuerza, sino con astucia fraudulenta… por medio de la Regulación 1466/97… El papel asignado por el Tratado (Artículos 102ª, 103 y 104c) al objetivo de crecimiento perseguible por la actividad política de los Estados miembros… es eliminado y substituido por un resultado, a saber: equilibrio presupuestario a medio plazo.”
Consecuencia directa de ello:
“Las instituciones democráticas contempladas por el orden constitucional de cada país no sirven ya a propósito ninguno. Los partidos políticos no pueden ya ejercer la menor influencia. Las huelgas y los cierres patronales dejan de tener el menor efecto. Las manifestaciones violentas causan daño adicional, pero dejan intactas las predeterminadas directrices políticas.”
Esas palabras fueron escritas en 2013. ¿Puede alguien dudar hoy de su exactitud y de su perfecta aplicabilidad al caso griego?
Es verdad que los gobiernos griegos anteriores a 2010 gobernaron pésimamente, que entraron en el Euro bajo falsas premisas y que luego ocultaron el déficit y la deuda del país. Nadie discute eso. Pero obsérvese que cuando llegó la austeridad, el FMI y los acreedores europeos impusieron a Grecia un programa dictado por las doctrinas del equilibrio presupuestario y la reducción de la deuda que incluía: a) profundos recortes en el empleo y en los salarios públicos; b) una drástica reducción de las pensiones; c) una reducción del salario mínimo y la eliminación de derechos laborales básicos; d) drásticos y regresivos aumentos de impuestos; y e) liquidación privatizadora de activos públicos.
La conexión de ese programa con el crecimiento y la recuperación en Grecia era de todo punto fraudulenta. Superando dudas internas, el FMI hizo público un pronóstico, según el cual el programa costaría a Grecia un recesión de sólo un 5% del PIB, con una duración de dos años y plena recuperación para 2012. El caso es que la economía griega colapsó bajo esa presión, se contrajo más de un 25% y, cinco años después, no hay recuperación a la vista. De modo que Grecia ha perdido todo un año de producto anual y ha asistido a la práctica aniquilación de sus más importantes instituciones sociales. A finales de 2014 se hallaba en deflación por sobreendeudamiento, no en recuperación.

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